Tarta Taller

Hace casi un mes recibí un encargo exprés de una tarta. Se trataba de algo sencillo pero lleno de significado. Y es que, una de las cosas buenas que tiene este tipo de repostería es que todo se puede personalizar; hasta el punto de reproducir en bizcocho y pasta de azúcar recuerdos que nos evocan buenos y bonitos sentimientos. En este caso, bastó con una foto para crear esta tarta Taller.


Mucha gente asocia las tartas de fondant con tartas espectaculares de varios pisos llenas de muñecos  y flores de pasta de azúcar. Por ello piensan que estas cosas no son para ell@s. Sin embargo, en la pastelería creativa todo tiene cabida. Incluso un discreto edificio puede crear una tarta que consiga arrancar una sonrisa (incluso una lagrimita) a nuestros seres queridos.
Y ese era el propósito de esta tarta. No era muy grande (aunque pesaba lo suyo) y resultó un poco más complicada de lo que parece. Y es que toda ella es de bizcocho de vainilla por lo que para conseguir el tejado tuve que tallarlo (y tenía que quedar igual por ambos lados).
   

Espero que realmente el homenajeado disfrutara de su tarta que, con tanto cariño, encargaron para él. Yo pasé un buen rato elaborándola.

Y para esta tarta me vino a la cabeza una canción de The Chemical Brothers que me ha perseguido desde que la hice hace ya unas semanas. Es ver la tarta y pensar en Galvanize, así que al final he decidido que ambas se hagan compañía.

My finger is on the button

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